Para Marañón, los acontecimientos revolucionarios de 1934 en Asturias solo significaban una cosa: habían vuelto a chocar las dos Españas. Mientras una, representada por Menéndez Pelayo, miraba hacia el pasado, hacia la “tradición, hecha dignidad y eficacia y no sólo herrumbre”, la otra, encabezada por Giner de los Ríos, afrontaba el futuro con “la esperanza […]