Egipto estaba dominado por los “faraones guerreros” de la dinastía XIX como Ramsés II y Seti I. Que tras pacificar la zona de Canaán pusieron su atención en atacar Amurru y Qadesh, ciudades fronterizas con los Hititas.
En la primavera de 1274 a.C. (más o menos) se preparó el mayor combate a campo abierto jamás visto hasta entonces. El ejército egipcio se componía de 4 divisiones, una de ellas liderada personalmente por Ramses II. Los Hititas con 47 mil efectivos estaban comandados por su propio rey Muwattalli II.
Ramsés atravesó el rio Orontes al sur de Qadesh. Dos beduinos le aseguraron que los Hititas estaban aún muy lejos, en Alepo. Con esta información, Ramsés llegó hasta Qadesh donde empezó a levantar su campamento tranquilamente. Pero algo hizo sospechar a los egipcios; los beduinos resultaron ser espías Hititas, que tras ser torturados confesaron que el enemigo se encontraba justo al otro lado de la ciudad.
Era demasiado tarde, los Hititas habían arrasado ya con una división egipcia y se estaban lanzando sobre el campamento del propio faraón. Lo que evitó la perdición de Egipto fueron las tropas de refresco que llegaron de Amurru y también que los Hititas, cegados por el botín en vez de asestar el golpe definitivo a Ramsés se dedicaron a saquear el campamento del faraón y los egipcios se pudieron reorganizar causando estragos en las líneas Hititas.
Qadesh acabó siendo una carnicería en ambos lados, aunque Ramsés la utilizara propagandísticamente como una gran victoria y así se recoge en los principales templos de Egipto. Pero lo cierto es que tanto Amurru como Qadesh siguieron en el bando Hitita después de la batalla y la hegemonía egipcia en la zona decayó y no fue recuperada. La tensión entre ambos bandos continuó durante una década.
¿#Sabiasque la batalla de Qadesh contra los hititas supuso para Ramsés II una victoria propagandística más que una victoria militar? pic.twitter.com/bhiPqdM0c5
— Historia Antigua (@akropolisblog) 30 de noviembre de 2016
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