Pocos episodios hay en la II Guerra Mundial tan atrevidos y emocionantes como la Operación Antropoide. Se trató del asesinato del mandatario nazi Reinhard Heydrich.
Sucedió Praga el 27 de mayo de 1942, fueron un puñado de paracaidistas checoslovacos entrenados por los servicios secretos británicos y apoyados por la resistencia los que acabaron con el que se ha dicho que podría haber sido el sucesor de Hitler.
Mano derecha de Himmler, jefe de los servicios de seguridad del III Reich, planificador de la Solución Final (Obergruppenführer), expulsado escandalosamente de la Armada alemana, anfitrión de la Conferencia de Wannsee, entre las SS circulaba un chiste: «Himmlers Hirn heisst Heydrich…”(el cerebro de Himmler se llama Heydrich)… aunque todo esto no le eximió de estar siempre bajo la sospecha de tener raíces judías.
Era un auténtico temerario, volaba en su propio caza ME-109, decorado con su runa personal, hasta que lo derribaron y se le prohibió hacerlo. Esta valentía y autoconfianza orgullosa le costó caro, cuando fue asesinado al circular en un descapotable por la ciudad ocupada y sin más escolta que su chófer.
La muerte de Heydrich desató una represión brutal con miles de víctimas. La venganza de Hitler fue monstruosa, borró del mapa el pueblo de Lidice.
Reinhard Heydrich. pic.twitter.com/rc28nMjwDq
— II Guerra Mundial (@jigg1974) 4 de noviembre de 2017
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