Hoy sabemos que el continente americano fue descubierto por lo menos tres veces: la primera hace miles de años cuando un anónimo cazador asiático cruzó el estrecho de Bering y llegó a la actual Alaska; otra fue cuando un vikingo llamado Leif Erikson descubrió América en el año 1000 para los escandinavos y la última cuando Cristóbal Colón la descubrió en 1492 para el resto del mundo.
Los descubrimientos que realizaron los Vikingos en el Atlántico Norte: Islandia, Groenlandia y finalmente América; responden a un cúmulo de casualidades que podemos resumir de la siguiente manera: primero una nave es empujada hacia el oeste por una tormenta descubre nuevas tierras por casualidad. Un segundo paso sería la exploración de los nuevos territorios y estudiar la posibilidad del asentamiento. Finalmente se prepara la colonización de las tierras descubiertas.
Hacia el año 800 los noruegos empezaron a establecerse en las Islas Feroe, desde aquí pasaron a Islandia. La colonización definitiva de la “tierra de hielo”, se inició en el año 874 con la fundación de Reykjavik.
Groenlandia fue descubierta varias veces por navegantes que viajando hacia Islandia eran desviados de la ruta por alguna tormenta. Pero no es hasta la llegada del famoso y controvertido Erik Thorvaldsson, Erik el Rojo.
Proscrito y desterrado de Islandia, Erik el Rojo partió en su Knarr (nave de transporte vikinga) en el año 982 rumbo a Groenlandia. Después de tres años vuelve a Islandia donde prepara la colonización. Con una flota de 25 naves parte y se instala en Brattahlid, desde donde zarparon sucesivamente la mayoría de las exploraciones vikingas a Vinland.
El descubrimiento de América era cuestión de tiempo. Actualmente conocemos dos fuentes vikingas que relatan el descubrimiento: la Saga de los Groelandeses y la Saga de Erik el Rojo; escritas ambas a principio del siglo XIII. En la Saga de los Groelandeses el descubrimiento se produjo en dos fases: primero un comerciante que había partido de Noruega rumbo a Islandia continuó su viaje hacia Groenlandia en el año 985. Durante tres días navegó sin problemas hasta que un viento del norte lo arrastró hasta unas tierras que no coincidían con la descripción que él tenía de Groenlandia y decidió no desembarcar.
Fuente: HISTORIA National Geographic, número 39.
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