El 19 de abril de 1961 dos aviones americanos B-26 eran derribados en Cuba, en el principio del fin de la batalla en la Bahía de Cochinos.
Los B-26 formaban parte de la Brigada 2506, organizada por la CIA, su objetivo era ganar una cabeza de playa para el desembarco norteamericano.
Pero después de 3 días de combate el plan fracasó y la mayoría de los soldados americanos fueron capturados.
50 años después de esa batalla, los que murieron en esa operación no están enterrados en EE UU. Unos porque cayeron al mar y sus cadáveres nunca fueron recuperados. Otros siguen en Cuba al no haber sido nunca reclamados por las autoridades de Washington. El Gobierno estadounidense nunca ha buscado vías para repatriar los cuerpos, a diferencia de lo que ha hecho por los combatientes de la guerra de Vietnam.
La Administración Kennedy sí negoció con Cuba la entrega de casi 1.200 hombres capturados durante la fallida invasión. Cerca de 60 fueron enviados a EEUU por estar heridos o enfermos y 1.113 fueron canjeados a cambio de 53 millones de dólares en alimentos y medicinas, a fines de 1962. Incluso los soldados fueron recibidos por el propio JFK en Miami, Florida.
20 de abril de 1961, #Cuba, fracasa la Invasión de Bahía de Cochinos de los adeptos cubanos de Batista, apoyados por la CIA de EEUU pic.twitter.com/zVp9QINq3X
— MaiteMolinaN (@MaiteMolinaN) 20 de abril de 2017
Pero por los muertos no se hizo nada. Ni siquiera sus familiares recibieron alguna pensión. Se calcula que fueron 104 los brigadistas muertos en 1961 (incluyendo los que fallecieron en los entrenamientos en Guatemala, en la travesía hacia Cuba y otros muertos en un bote que estuvo 15 días a la deriva tras huir de la batalla). Aquellos cuyos cuerpos no fueron recuperados, fueron enterrados en el mismo lugar donde cayeron; otros sepultados en el cementerio de Jaguey Grande, cerca del central azucarero Australia, y no pocos fueron depositados en fosas comunes en el cementerio Colón, de La Habana.
Hay familiares que después de una odisea pudieron recuperar el cuerpo de alguno de los soldados. Como es el caso de la viuda y los dos hijos de Thomas Pete Ray. Tuvieron que pasar casi 20 años para que pudieran enterrar el cadáver de su padre. Sólo en 1972 la CIA reconoció que Ray pertenecía a su plantilla. Tiempo después la familia se enteró que el cadáver del aviador estaba en un congelador en el Instituto de Medicina Legal de La Habana. Fue entonces cuando la hija de Ray, Janet Ray Weininger, reclamó el cuerpo a las autoridades cubanas, tras lo cual fue repatriado a Alabama, en diciembre de 1979.
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