El 23 de septiembre de 1944, Louis Renault, por entonces de 67 años, enfermo de afasia, fue arrestado en su señorial casa parisina cerca del Arco del Triunfo. París era entonces una ciudad convulsa que acababa de sacudirse la dominación de un Ejército nazi que se retiraba hacia Berlín.
El propietario del imperio automovilístico francés, fue conducido a la prisión de Fresnes. Varios periódicos parisienses llevaban semanas reclamando la detención del dueño de las fábricas de automóviles que habían servido a Hitler para rearmar durante años sus columnas de carros de combate.
Renault, hasta ese momento uno de los industriales más poderosos de Francia, fue encerrado y, parece ser, torturado por la noche. Tras entrar en coma varias veces, murió el 24 de octubre, en una clínica de París, sin que hubiera tiempo para juzgarle. Cuatro meses después, un Gobierno aún provisional presidido por el General Charles de Gaulle, presionado por los comunistas franceses, nacionalizó sus fábricas, debido a que estas «constituyeron un instrumento en manos del enemigo».
Ahora, los ocho nietos de Renault, tratan de anular esa resolución, intentando demostrar que su abuelo actuó con la misma connivencia ante el enemigo que otros tantos millones de franceses.
La demanda, 16 páginas que aluden a los derechos humanos o al derecho a la propiedad, busca resarcir al fundador de Renault «del perjuicio moral y material» causado por esa nacionalización que los herederos del imperio consideran injusta. Entre otras consideraciones, el abogado de los Renault mantiene que la confiscación debió de producirse después de una condena penal del acusado, que nunca sucedió.
Los nietos aseguran que no persiguen el dinero, sino la rehabilitación histórica de la memoria de su abuelo, convertido desde entonces en una especie de símbolo de los colaboracionistas. La devolución de su imperio industrial es más que improbable, ya que en los años 80 se comenzó a reprivatizar y actualmente el Estado regenta el 15% de las acciones.
Louis Renault con Hitler. La fotografía es de la Feria del Automóvil de Berlín en 1937. pic.twitter.com/bHBkd1kyJf
— DespiertaMentes (@DespiertaMentes) 21 de febrero de 2017
Con todo, hace un año, los herederos de Renault consiguieron una primera y simbólica victoria judicial: desde hacía tiempo reclamaban al Centro de la Memoria de Oradour-sur-Glane (Haute-Vienne) que retiraran de su exposición sobre la II Guerra Mundial una foto en la que aparecía Louis Renault, en 1939, en el Salón del Automóvil de Berlín, explicando el funcionamiento de un coche al lado de Hitler y Goering.
El pie de foto de la exposición era: «Colaboración económica. Louis Renault fabricó carros de combate para la Wehrmacht». Los herederos de Renault, al ver que el museo no accedía a su petición, recurrieron a la vía judicial. En julio de 2010, un juez de Limoges les dio la razón, obligó al centro a retirar la fotografía aduciendo que era «anacrónica» y que el texto que la acompañaba «establecía una relación histórica infundada entre el papel de Renault bajo la ocupación y la crueldad que sufrieron los habitantes de Oradour».
Para el historiador Laurent Dingli (esposo de Hélène Renault), autor de una biografía sobre Louis Renault que algunos juzgan demasiado condescendiente, las factorías de Renault construyeron casi 30.000 camiones que fueron a parar a los ejércitos de Hitler, y piezas para tanques. Además, se repararon los carros de combate franceses incautados por los alemanes. «Pero Renault no fabricó armas ni puso más celo en servir al ejército alemán que Peugeot o Citroën».
La historiadora Annie Lacroix-Riz ha sostenido lo contrario en varios medios de comunicación. Para ella, Renault no solo construyó camiones, sino también tanques, bombas incendiarias y motores para los aviones alemanes, entre otras armas. «Esto son hechos indiscutibles, se dispone de documentación que lo puede probar: Louis Renault fue uno de los personajes clave en la red de colaboración francesa durante la ocupación», aseguró hace algún tiempo. La historiadora defiende incluso que el fundador del imperio automovilístico suministró fondos al fascismo francés desde 1930, financiando movimientos nacionalistas como la Cruz de Fuego.
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