¿Dónde está la tumba de Alejandro?… Sigue siendo uno de los misterios (sino el que más) de la historia. Hay gente que incluso afirmaron haberla encontrado.
Como por ejemplo Ambrose Schilizzi. Que dejó para la posteridad un “alucinante” relato de cómo vio tras una puerta carcomida en los subterráneos de la mezquita de Nabi Daniel (Alejandría) [una de las ubicaciones que se han señalado como probables] el cuerpo de un hombre coronado sentado en un trono dentro de una urna de cristal. Otro que parece tenerlo claro es Andrew Michael que asegura que el cuerpo de Alejandro fue trasladado a Venecia y se encuentra en la Basílica de San Marcos, en la urna donde están los restos del evangelista.
Ahora resulta que el famoso novelista Valerio Máximo Manfredi, autor de Alexandros, que también es un reconocido topógrafo; acaba de publicar un libro sobre el sepulcro del rey: La tumba de Alejandro. El enigma. El libro, es un recorrido por la historia de la tumba, su desaparición y los intentos de localizarla. Pero también incluye una hipótesis, nada alocada, de dónde está realmente la tumba o lo que queda de ella.
Parece que los hechos ocurrieron más o menos así: Alejandro muere en el 323 a.C. seguramente a causa de una pancreatitis. Su cuerpo fue embalsamado y colocado en un carro fúnebre monumental para su traslado a Pella (Macedonia) ciudad natal del conquistador. Ptolomeo, uno de sus herederos, desvía el cortejo fúnebre hacia Egipto para confirmar su hegemonía e instala el cuerpo el una tumba de Menfis. Cuando se termina el mausoleo el cuerpo es trasladado a Alejandría y colocado en una tumba de oro macizo, donde recibe numerosas visitas entre ellas la del emperador romano Octavio Augusto.
Según Estrabón, Ptolomeo hizo fundir el oro del sepulcro para pagar a sus mercenarios y recolocó a Alejandro en uno de alabastro, un material abundante en Egipto. El sarcófago de alabastro también debió ser destruido con el paso de los años. Otro elemento para seguir agrandando la leyenda es la famosa coraza que portaba Alejandro. Según Suetonio, Calígula ordenó que se la llevaran a Roma.
El cuerpo es irrecuperable, eso está claro. Casi con toda seguridad fue destruido durante el ascenso del cristianismo en Alejandría [destrucción del Serapeo y asesinato de Hipatia], no hay que olvidar que Alejandro fue embalsamado y venerado como un auténtico dios. Para los cristianos de la época aquello era como una reliquia del paganismo.
En cuanto al sepulcro, a principios del siglo XX apareció en el cementerio latino de Alejandría una tumba de alabastro, la única tumba macedónica hallada hasta el momento en toda Alejandría: cuatro bloques monolíticos, pulimentados en su cara interior pero no en la exterior, que forman una cámara. Se trata de la estructura central de una tumba macedónica que originalmente, estaba cubierta por un túmulo de tierra. Manfredi, entre otros investigadores, cree que esto es todo lo que queda del sepulcro. A las tumbas macedónicas no se les hacían inscripciones y esta no iba a ser distinta, lo que incrementa aún más el misterio.
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