El hispanista e historiador Paul Preston ha publicado un nuevo libro sobre los crímenes cometidos en las retaguardias durante la Guerra Civil Española.
Según el británico, las víctimas causadas lejos del frente (200.000) casi fueron las mismas que las caídas en el campo de batalla (300.000). Se estima que por cada represaliado en zona republicana (casi 50.000) fueron tres en la franquista (entre 130.000 y 150.000).
Los crímenes rojos se produjeron casi todos en los primeros 5 meses de la guerra, hasta que el Gobierno Republicano se rehizo y controló la situación; aunque no hay que olvidar que las checas funcionaron durante toda la guerra. Mientras que la limpieza franquista continuó hasta los primeros años de dictadura, se calcula que después de la guerra fueron ejecutados unos 20.000 presos por motivos políticos. Evidentemente, el régimen aireó los excesos republicanos y silenció los propios. Para los vencidos, no hubo ni paz, ni piedad, ni perdón (palabras de Azaña al final de la guerra).
Además la represión se heredaba, como fue el caso de la familia Companys. Después de fusilar al presidente de la Generalitat Catalana, un tribunal confiscó los bienes de la familia y se los adjudicó al Estado. Más impresionante aún, según Preston, fue el fusilamiento de varias mujeres en Burgos por el «derecho de representación» de sus maridos huidos.
No es hasta la muerte de Franco cuando los historiadores comienzan a buscar información, supervivientes y fosas para recomponer los hechos. Las investigaciones van confirmando los horrorosos hechos: se produjeron represiones hasta en zonas donde no hubo resistencia de ningún tipo. Según el historiador Ángel Viñas: «Dejando de lado la guerra civil rusa y las dos guerras mundiales, la española fue una sangría sin paralelo en Europa».
Fuente: «El Holocausto Español». Paul Preston. Editorial Debate, 2011.
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