Sobre la portada plateresca del convento de San Clemente el Real de Toledo. Se encuentra un autógrafo auténtico del escritor Gustavo Adolfo Bécquer. La firma se encuentra a más de 5 metros de altura y tiene unos 35 centímetros de longitud.
Bécquer la pudo realizar en 1857 cuando contaba con 21 años. Junto con un amigo, Yldefonso Núñez de Castro, cogieron una escalera de mano, utilizada por los serenos para limpiar y encender los faroles de aceite del alumbrado público, y escribieron a lápiz sus nombres en la piedra.
Durante el siglo XIX, la realización de autógrafos sobre monumentos históricos fue una costumbre muy extendida y practicada en toda Europa por renombrados eruditos, que con este gesto pretendían su particular homenaje hacia el monumento.
Es curioso ver como define el Diccionario de la Real Academia: “Grafito: escrito o dibujo hecho a mano por los antiguos en los monumentos”. En la misma portada se ha hallado un grafo anterior: “Ulibarri 1849”.
Firma de Gustavo Adolfo Bécquer en el Convento de San Clemente de #Toledo https://t.co/630FDxjpgG pic.twitter.com/twmrXmAlpU
— Rutas de Toledo (@leytol) 22 de diciembre de 2015
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