En mayo de 1898, España estaba a punto de perder sus últimas colonias. La guerra en Cuba y Filipinas parecía tocar fondo cuando, en el Ministerio de Marina, se ideó un arriesgado plan para darle la vuelta. Mandar una flota a bombardear la costa este de los EEUU. El llamado “contragolpe español”.
Sería la escuadra del almirante Manuel de la Cámaray Livemoore la encargada de llevar a cabo la misión. Con esta maniobra se pretendía obligar a Washington a un repliegue de fuerzas y así aliviar la presión sobre Cuba y Filipinas. Desde que conoció estos propósitos, el Gobierno Norteamericano ordenó apagar por la noche las ciudades de la costa este, para dificultar el posible bombardeo.
Rumbo a los EEUU zarparía una escuadra compuesta por los destructores “Audaz”, “Osado” y “Proserpina”; los cruceros “Patriota”, “Meteoro” y “Carlos V”; y el acorazado “Pelayo”.
La escuadra se dividió en 2 fracciones, una debería navegar rumbo a Halifax (Canadá), donde recibiría instrucciones para atacar la costa estadounidense, con el objetivo preferente de la base naval de West Key. La segunda tendría como destino aguas brasileñas, desde las que se dedicaría a hostigar el tráfico mercante norteamericano.
Pero más dura que la guerra puede ser el aislamiento internacional. Y esto fue lo que a la postre dejó el “contragolpe español” en simple amago. Las presiones de Gran Bretaña, que no deseaba que la contienda se extendiera al Atlántico entorpeciendo la navegación comercial, dieron al traste con el proyecto. El Gobierno Español ordenó redirigir la flota hacia Filipinas, pero el Gobierno Egipcio, títere de Londres, no permitió a los buques españoles aprovisionarse de carbón en sus puertos.
De este modo terminó el plan de ataque español contra los EEUU.
En el año 1856 una Ley fijó en 8 años el servicio militar obligatorio que fue ampliado a 12 años (6 en activo y 6 en la reserva). Combatientes españoles en la Guerra de Cuba de 1898 pic.twitter.com/OjPQOdZBFO
— MIMAR (@musitinmar) 25 de noviembre de 2017
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