La Alhambra no deja de deparar sorpresas. Ahora los científicos han podido confirmar que sus habitantes bebieron vino, aunque fuera de forma clandestina. Lo que ratifica lo que ya se intuía, el reino nazarí no llevó a rajatabla la ley coránica.
Los huertos de la Alhambra están situados entre el paseo de las Torres y el Generalife. En el siglo XIII comenzaron a emplearse para abastecer a los habitantes del palacio. En sus 4 fincas, que ocupaban un total de 6 hectáreas, se plantaban especies típicas del mundo musulmán: alcachofas, habas, melones, melocotones e incluso críticos, en especial uno poco habitual en España, conocido como cidro, que es parecido al limonero pero cuyo fruto es similar a la lima.
Precisamente esos huertos son unas de las mayores aportaciones de los árabes a Al-Andalus. Gracias a la extensión de especies como las espinacas, las moreras, los almendros o las propias granadas, que acabaron por dar nombre a la ciudad.
A lo largo de los siglos las fincas fueron cambiando de manos. Hasta 1921 el Generalife pertenecía a particulares y los huertos se cultivaban. Después, al ser propiedad del Estado la situación cambió, dejaron de cultivarse y se fueron deteriorando.
En 2002 el Patronato de la Alhambra decidió recuperar los huertos devolviéndole el aspecto y el esplendor que tuvieron un día del siglo XIV, cuando se explotaban a máximo para alimentar a las 1000 personas que habitaban en el recinto de la Alhambra.
Durante las diferentes catas que se realizaron en la tierra para determinar qué especies habían sido plantadas durante la época nazarí, fueron recogidas muchas semillas. Algunas de ellas eran vides. Saltó la curiosidad, en la Alhambra se bebía vino de forma clandestina. Lo confirman diferentes textos de la época.
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