Emile Cartailhac nació en Marsella en febrero de 1845, cuando la prehistoria era una disciplina histórica recién nacida. Estudió Derecho y lo ejerció antes de colgar la toga. Su primera oportunidad llegó con la Exposición Universal de París de 1867, donde fue el responsable de la sección de Prehistoria.
Su relación con España comenzó con polémica. En 1879, Cartailhac y el prestigioso arqueólogo Gabriel de Mortillet, pusieron en duda la autenticidad de las pinturas de Altamira. Tardó 23 años en rectificar.
Comenzó sus viajes por España en la década de 1880. La Prehistoria en España era una disciplina que comenzaba a abrirse camino. Al francés le correspondió reunir y ordenar por primera vez todos los conocimientos en Las edades prehistóricas de España y Portugal (1886).
En aquella primera obra, Baleares era apenas un apunte. Cartailhac no había visitado aún las islas. Toda la información sobre Baleares provenía de los apuntes arqueológicos de Francesc Martorell Peña. Aquella lectura le transformaría. Era profesor de Antropología y Prehistoria de la Universidad de Toulouse y estaba a punto de publicar su gran obra Francia Prehistórica (1889),cuando consiguió convencer al Ministerio de Instrucción francés para que financiara su expedición al archipiélago balear.
Llegó a las Islas en los últimos meses de 1888. Cartailhac no buscaba sólo documentación, si no que auguraba que Baleares se convertiría pronto en destino de investigadores extranjeros. Pocos lugares en Europa concentraban tal cantidad de monumentos prehistóricos en un espacio tan reducido. Su llegada provocó la movilización de todo tipo de colaboradores: desde el Archiduque Luis Salvador al arqueólogo Gabriel Llabrés Quintana.
Junto a su álbum fotográfico, haría de Los monumentos de las Islas Baleares (1892) una obra de referencia. Cartailhac situó la Prehistoria balear en el panorama moderno del estudio. Sus teorías sobre los monumentos megalíticos, aunque refutadas, supondrían un nuevo paso tras las tesis del origen celta o los parecidos con las nuragas sardas.
También cometió errores. Como la interpretación de las taulas, que consideró la pilastra central de un edificio construido para las asambleas de los jefes de la tribu. Aquel mismo 1892, arqueólogos españoles y franceses rechazaron esta teoría. Pero el desmentido científico y oficial no llegaría hasta los años 30 con la doctora de Cambridge, Margaret A. Murray.
Cartailhac publicaría en 1902 su artículo La gruta de Altamira. Mea culpa de un escéptico. Había encontrado en Francia restos artísticos similares y se rendía al descubrimiento. Él mismo regresó a la cueva y contribuyó a su estudio. En 1921, mientras preparaba un nuevo viaje a nuestro país, fallecía mientras impartía un curso en la Universidad de Ginebra.
[…] y un miembro de la AFAS pasaron la tarde excavando en la entrada de la cueva en compañía de Émile Cartailhac . Piette no imaginaba lo que estaba a punto de suceder.Dos días antes de la excursión, una […]