Gritaba el emperador Octavio Augusto por su palacio en Roma, al enterarse del desastre de Teutoburgo. Tres legiones enteras, la XVII, la XVIII y la XIX habían sido aniquiladas en los bosques de Germania, allá por septiembre del año 9 d.C. Puede que cayeran 20.000 legionarios romanos.
Y cuando se dice aniquilado no significa dispersado ni derrotado. Incluso las tres águilas, emblemas sagrados para las legiones, habían caído en manos de los Germanos.
En aquel momento Roma no podía permitirse esa catástrofe, ya que solo contaba con 28 legiones para defender unas fronteras inmensas. No es muy dificultoso reconstruir una legión derrotada, siempre y cuando se tenga con un número considerable de oficiales y suboficiales; pero es que resulta que los oficiales romanos de Teutoburgo habían sido sacrificados en los altares bárbaros o simplemente, sus cabezas, adornaban el bosque clavadas en picas.
La cosa fue más o menos así: durante años el Emperador Augusto había luchado por llevar la frontera hasta el Elba, incorporando así Germania al Imperio; y acortando considerablemente una frontera demasiado extensa entre los ríos Rin y Danubio. Las campañas militares habían ido bien, y en el año 9 parecía que solo faltaba integrar Germania en el esquema comercial y administrativo de Roma.
En el año 7 d.C. se había nombrado a Quintilio Varo gobernador de Germania. Allí había dos tipos de campamentos: unos estaban en el curso medio y bajo del Rin, más tranquilos, donde las legiones invernaban; y los otros más al este y cercanos a la deseada frontera del Elba, estos eran más peligrosos.
Los pueblos germanos se habían unificado bajo una figura: Arminio (o Hermann). Un personaje con una historia peculiar. De niño había sido entregado como rehén a los romanos, llegó a formar parte de las fuerzas auxiliares romanas; consiguió la ciudadanía y el rango ecuestre de la nobleza. De ahí a conspirar contra Roma.
Estatua dedicada a Arminio en pleno bosque de Teutoburgo. pic.twitter.com/1f13yDLuOU
— Viðarr 卍 (@Hiperboreo4) 12 de enero de 2017
Los Germanos conocían bien a los Romanos y el terreno donde estaban. Así que comenzaron una guerra de guerrillas desgastando a las legiones, evitando el enfrentamiento abierto hasta el final.
Cuando entró el otoño del año 9, Varo regresaba a sus campamentos de invierno. Le llegaron rumores [falsos, inventados por los Germanos] de que algunas tribus se habían sublevado. Así que decidió dar un rodeo para atajar la rebelión en su inicio. Las tropas de reconocimiento germanas que trabajaban para Varo, estaban con Arminio; y condujeron a los romanos a una trampa mortal.
Para empezar, estas tropas de reconocimiento desertaron de los romanos y se dedicaron [durante tres días] a emboscar a las legiones, que no podían defenderse al no encontrarse en campo abierto. Según los datos arqueológicos fue una batalla prolongada a lo largo de muchos kilómetros.
Al llegar a Teutoburgo se produjo el fatídico desenlace. El camino formaba un cuello de botella: al norte una zona pantanosa y al sur bosque y montaña; en esta zona los germanos levantaron un terraplén de 400 metros. Por aquel momento, Varo ya se había suicidado; conocedor del final.
Los legionarios desesperados se lanzaron terraplén hacia arriba para intentar romper el cerco, pero fue inútil.
Más de 5000 objetos de los romanos se han hallado delante del terraplén, además de monedas esparcidas en abanico, que los pocos que pudieron huir, tiraron para aligerar carga.
Las noticias del desastre llegaron a Roma causando una gran conmoción, según Dion Casio. Lo cierto es que las tres legiones de Germania nunca se llegaron a reponer, cambiando la historia de la región.
Con todo Tiberio salió de inmediato hacia el Rin para proteger la frontera.
Arminio envió la cabeza de Varo a Maroboduo, rey de los Marcomanos, para incitarle a que se uniera a su causa; pero Maroboduo no quiso problemas y reenvió la cabeza a Augusto, quién ordenó los ritos funerarios pertinentes.
Pasaron muchos años [hasta el 15 d.C.] hasta que Germánico, al mando de ocho legiones pudo visitar el campo de batalla y comprobar con sus ojos lo que había sido aquello. Enterró los restos de sus compatriotas que aún yacían en el bosque. Germánico se enfrentó a Arminio; no logró victorias decisivas pero según Tácito, recuperó primero el águila de la legión XIX y después las otras dos.
Arminio murió en el año 21 a manos de su propio pueblo; cosas de tribus.
Las excavaciones arqueológicas han revelado 6 fosas comunes, las que excavó Germánico.
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