El 17 de julio a las 17.00 horas estaba previsto el Golpe de Estado contra la II República. Al Gobierno le llegan informaciones pero no se las cree del todo. Aunque lo cierto es que todos los militares reciben la orden de sus superiores de acuartelarse. El 18 se produce el golpe.
El Conde Duque era uno de los 3 cuarteles de transmisiones de Madrid, centro neurálgico y de gran importancia estratégica. No se sublevó, como el cuartel de la Montaña.
Desde fuera comienzan los ataques, el hombre que está al mando, el coronel del C.T.E.T.I. Francisco Vidal Planas, ordena que no se responda al fuego. Cae el Cuartel de la Montaña y los milicianos acuden al Conde Duque para requisar armas. El 19 de julio de 1936 por la tarde se decide cerrar las puertas del cuartel: Vidal Planas fue bastante inteligente; deja pasar a algunos de los milicianos para que comprueben que desde dentro no se ha disparado.
La situación se complica con los milicianos, que recelan de cualquier uniforme. El coronel ve los ánimos demasiado caldeados y decide llamar a la Guardia Civil; los agentes terminan deteniendo a unos 40 oficiales, suboficiales y soldados. Los llevan a la cárcel Modelo, pero su director les envía al Ministerio de la Guerra porque su prisión no es para militares. Los acuartelan de nuevo en el Conde Duque y el 23 se establece en el cuartel una checa. Entre el 14 y el 17 de agosto un tribunal popular les toma declaración. Son declarados culpables por Desafección. Tras ficharles pasan por el penal de Porlier y el 10 de septiembre ingresan otra vez en la Modelo.
Cuartel Conde-Duque de Madrid y las páginas de su historia https://t.co/8n5gr241Jr #ILoveYouMadrid pic.twitter.com/TnMwVXhpBO
— Exprime Madrid (@ExprimeMadrid) 15 de marzo de 2017
El primer pelotón se formó el 7 de noviembre de 1936; el último, el 4 de diciembre de ese mismo año. En medio hubo un parón, del 10 al 26 de noviembre, porque el hombre que estaba entonces al frente de Prisiones, el anarquista Melchor Rodríguez, conocido como el “Ángel rojo”, ordenó que no se sacara a nadie de la celda sin su consentimiento.
Los vecinos de la localidad madrileña de Paracuellos tenían instrucciones de cavar cuando recibían el mensaje: “Hay bacalao fresco”. Se calcula que hay más de 4.500 personas enterradas en el cementerio de Paracuellos entre militares, civiles y religiosos.
Una enorme cruz contempla desde el cerro de San Miguel los centenares de tumbas que recuerdan a estas víctimas. El franquismo lo utilizó como lugar sagrado de martirio y fue una pieza clave en las investigaciones de la Causa General creada por decreto el 26 de abril de 1940. Aún hoy puede verse en la zona, aparte de las fosas y los monolitos, el alambre que cercaba a los prisioneros y que todavía resiste en medio del erial.
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