El 9 de abril de 1609, Felipe III decretó la expulsión de los moriscos. Descendientes de la población musulmana convertida al cristianismo por los Reyes Católicos. Esta decisión vino determinada por varias causas.
Entre ellas podemos citar la rebelión de las Alpujarras (1568-1571), organizada por moriscos granadinos o las continuas incursiones de piratas berberiscos que asolaban el levante español, en ocasiones facilitadas o festejadas por la población morisca.
Por estos motivos los moriscos seguían siendo, después de un siglo desde su conversión al cristianismo, un grupo social aparte.
De este modo muchos poblados moriscos quedaron vacios al ser expulsados sus moradores.
En la provincia de Alicante, lugares como l´Atzuvieta, Canèssia, Querola o Campaimona no fueron repoblados con posterioridad, y perviven aún hoy como pueblos fantasma. Cuatro siglos después sus ruinas se mantienen como vestigio de la diáspora.
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— AlicanteEnLaMochila (@AlicanteMochila) 29 de mayo de 2016
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