Una de las batallas más decisivas libradas por los antiguos griegos, donde se jugó la suerte de occidente como lo conocemos. Esta batalla tuvo lugar, según Heródoto , el mismo día que la Batalla de Salamina, en septiembre del 480 a.C.
En Himera, en la costa norte de Sicilia, cerca de Palermo, una coalición de colonos griegos -mandados por Terón, tirano de Agrigento, y Gelón, rey de Siracusa- vencieron alos cartagineses, salvaguardando uno de los territorios helenos más importantes.
La coincidencia de los ataques persa y cartaginés, hizo pensar a los griegos en un pacto entre sus dos grandes enemigos para hacerles “la tenaza” desde el este y el oeste. Las fuentes clásicas hablan de una batalla grandiosa, que ahora confirma la arqueología; y que acabó con el enorme ejército cartaginés completamente derrotado y el suicidio de su comandante, Amílcar (otro Amílcar, no el Barca), que se habría lanzado a las llamas.
Los griegos asediados, tapiaron las puertas de la ciudad y asaltaron a caballo el campamento en la playa de los cartagineses incendiando sus naves varadas. La contienda prosiguió en la llanura entre la playa y la ciudad, donde el campo de batalla ha sido ahora localizado.
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— Marcela Zapata-Meza (@Machezm) 1 de diciembre de 2013
De la ferocidad de la lucha -«fue grande la carnicería», escribe Diodoro Sículo– nos da fe el descubrimiento de los enterramientos de los guerreros griegos caídos en la batalla. Los arqueólogos han hallado siete fosas comunes, con los soldados (unos 100) alineados. Desde el punto de vista científico pueden representar la mayor fuente de información sobre cómo luchaban y morían los griegos. Los guerreros griegos de las fosas comunes yacen todos en posición dorsal, son hombres de edades entre los 25 y los 30 años y presentan traumatismos violentos debidos a heridas de armas de tajo o lanza. Muchos conservan trozos del arma que les causó la muerte: puntas de flecha o de lanza que penetraron tan profundamente que no se pudieron extraer del cuerpo.
También se han encontrado 26 tumbas de caballos, muy raras en el mundo griego y que deben tener que ver con ese papel protagonista de la caballería en la batalla.
Si bien los griegos pararon definitivamente a los persas en las guerras médicas, los cartagineses volvieron 70 años después y la revancha fue completa. En la segunda batalla de Himera (409 a.C.), el nieto de Amílcar, Aníbal (otro, no el Barca), venció a los griegos y arrasó la ciudad. Himera no volvió a ser ocupada. También de esta notable batalla se han excavado otras dos fosas comunes, una con 59 cadáveres.
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