Un monje aventurero y convencido de que a través de la arqueología se podía demostrar la veracidad histórica de los relatos bíblicos. Bonaventura Ubach (1879-1960), viajaba con frecuencia a El Cairo, Beirut, Damasco y más Oriente Medio, regresando a su monasterio de Montserrat con las maletas llenas de pequeños tesoros antropológicos. Su afán: poder ilustrar la Biblia.
En 1906, el padre Ubach viajó a Jerusalén para estudiar la Biblia en lenguas originales y allí comenzó su colección. Así fue como nació el Museo Bíblico del Monasterio de Montserrat y una de las más destacadas colecciones en España sobre las civilizaciones de de Egipto y Mesopotamia. Que ahora llega, en formato reducido (118 objetos: 52 de mesopotámia y 66 de Egipto) a La Coruña. La exposición se mantendrá hasta enero en la fundación coruñesa de Novacaixagalicia.
Bonaventura Ubach trajo de todo: sarcófagos, máscaras, vasos, útiles, abalorios,contenedores de alimentos, perfumes, collares, figuras de divinidades y hasta un talento de Damasco.
Del museo de El Cairo proceden varias piezas vendidas por los propios empleados del museo que no dudaban en traficar con ellas en los años 20 y 30. Incluso trajo una momia a la que los aduaneros españoles le aplicaron la tasa del bacalao.
The materials collected by F. Bonaventura Ubach throughout his many journeys, intended to illustrate the Bible pic.twitter.com/peXHANoW0y
— Joaquim Casanovas (@CasanovasLax) 22 de marzo de 2015
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