En medio de la Guerra de Sucesión (1701-1713) el futuro rey de España, Felipe V, quiso ganarse el favor de sus súbditos.
En 1711 creó la Real Biblioteca Nacional. Tenía carácter público, aunque por aquellos tiempos no permitía el paso a las mujeres. La nueva institución era alimentada con los fondos que el rey había traído de Francia (6 mil volúmenes), los acumulados por los Habsburgo (otros 2 mil) y los incautados a los perdedores de la Guerra.
Otro curioso medio para financiar la biblio, fue destinar a ella los ingresos procedentes de los impuestos sobre tabaco y las cartas de juego. En 1715 la Real Biblioteca ya contaba con 28.242 libros impresos, 1.282 manuscritos y 20.000 medallas, gracias a las compras y donaciones.
A partir del 26 de julio de 1716 entra en vigor un real decreto de Felipe V que establece: “De todas las impresiones nuevas que se hicieren en mis dominios, se haya de colocar en ella un ejemplar del tomo o tomos”. Una ley que fue modificada el 30 de julio de 2011 para incorporar: “los documentos electrónicos en cualquier soporte, que el estado de la técnica permita en cada momento, y que no sean accesible libremente a través de Internet”.
De Real Biblioteca Pública a Biblioteca Nacional. Una antigua visita a la BNE.https://t.co/gpc3nLoa1U pic.twitter.com/GHZ5kMtpwc
— Arte en Madrid (@ArteEnMadrid) 24 de octubre de 2017
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