La noche de 24 de julio de 1938 comenzó la batalla del Ebro, considerada la más sangrienta de la Guerra Civil. Entre julio y noviembre de 1938, cerca de 100 mil hombres de las tropas republicanas denominadas Ejército del Ebro, liderados por Juan Modesto, avanzaron a través del río.
Su objetivo era ocupar las posiciones de los nacionales en diversos puntos entre Mequinenza y Amposta; la división natural entre Aragón y Cataluña. El primer avance se hizo en las proximidades del pueblo de Fayón a 150 Km de Zaragoza. Les recibiría en la otra orilla un ejército de 40 mil hombres liderados por el General Yagüe.
Franco enviaba refuerzos a diario para sofocar la ofensiva de los republicanos. El apoyo aéreo de la Legión Cóndor fue crucial, mientras los republicanos contaban con cazas rusos bastante inferiores incapaces de evitar los bombardeos que destruían los puentes que los republicanos utilizaban para cruzar el río.
El conflicto en el Ebro fue determinante. Posiblemente era la última oportunidad que tenían los republicanos para ganar la guerra. Tras 114 días de combates los nacionales controlan la zona. Cinco meses después, Franco firma el fin del conflicto. No hay una cifra exacta de bajas, aunque se calcula que entre los más de 50.000 hombres heridos hubo casi 20.000 muertos, entre ambos bandos.
#TalDiaComoHoy en 1938 termina la decisiva batalla del Ebro, la más larga y sangrienta de toda la Guerra Civil Española, que sellará la derrota de los republicanos. pic.twitter.com/bhMwZLVqIH
— Archivos de la Hist. (@Arcdelahistori) 16 de noviembre de 2017
La Batalla del Ebro. Jorge Martínez Reverte (Critica, 2003)
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