En la costa norte de la isla griega de Antiquitera (Anticythere), unos pescadores descubren en 1902 los restos de un pecio romano.
En su interior, entre ánforas y estatuas, se encontraron unas monedas de bronce engastadas en los restos de lo que parecía una caja de madera, que no se conservó. Dentro de dicha caja, que tendría unas dimensiones aproximadas de 21 X 16 X 5, había un complejo mecanismo de engranajes.
Se fueron recuperando pequeños fragmentos de bronce hasta un número de 80 que fueron fechados hacia el s. I a.C. Las ruedas dentadas hicieron pensar en un primer momento en un astrolabio y así fue catalogado en el museo de Atenas. Aunque posteriores análisis ponen de manifiesto la complejidad del aparato.
El descubrimiento fue asombroso; podría tratarse del primer reloj astronómico de la historia. El mecanismo se anticipaba en más de un milenio a los artilugios mecánicos conocidos en la Europa renacentista del siglo XVI.
Se diseñó para funcionar como una computadora astronómica capaz de predecir las posiciones del sol y de la luna, aunque estudios posteriores sugieren que el dispositivo era bastante más “inteligente”.
Si es cierto que en los textos de la antigüedad se hallan referencias a estos mecanismos. Cicerón menciona dos fabricados por Arquímedes y Posidonio. También tenemos conocimiento de que personajes clásicos como Hiparco y Apolonio de Perga pudieron haber desarrollado el mecanismo.
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— Los Viajes d Aspasia (@Mariajo_Noain) 28 de junio de 2016
Prosiguiendo con los estudios, se han empleado avanzadas técnicas informáticas sobre el mecanismo. Se ha concluido que se componía de 37 engranajes accionados por una manivela que ponían en movimiento varias agujas colocadas sobre tres esferas: dos por delante y una por detrás. Aunque se conoce que parte del mecanismo se ha perdido, se sospecha que los engranajes que faltan podrían haber representado los movimientos de los tres planetas conocidos en la época: Marte, Júpiter y Saturno.
La función del mecanismo era indicar los ciclos astronómicos y su precisión llegaba hasta prever eclipses y movimientos planetarios. Se ha sugerido que el mecanismo de Antiquitera procedía de Rodas.
Lo que está claro es que “la máquina de Antiquitera” habría predicho, con un grado más que respetable de certeza, las posiciones de todos los cuerpos celestes conocidos en la época.
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