En 1945 el ejército americano liberó Filipinas de las tropas imperiales niponas. En su retirada, las tropas japonesas se decidieron a arrasar con el país. Dejaron un rastro de 100.000 muertos de los cuales 300 eran españoles.
Cuando los nipones comprendieron que su derrota en la II Guerra Mundial era inminente, su trato hacia la población se volvió violento.
No distinguieron entre nacionalidades. Mataron a filipinos, chinos, alemanes, suizos o españoles.
Todo el pasado colonial español de Manila, presente en sus edificios, fue arrasado y unos 300 españoles de los 3.000 censados fueron asesinados. Muchos españoles eran terratenientes que se habían quedado en Filipinas después de su pérdida como colonia, a pesar de los más de 40 años de influencia americana en la zona.
Murieron más personas en Filipinas que con las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, que caerían 5 meses después. Manila, pasó a ser entonces, la ciudad más devastada de la II GM, después de Varsovia.
Hace poco, el Tribunal internacional de Tokio hizo público un informe de 135 páginas «sobre las atrocidades japonesas» cometidas en Filipinas entre 1941 y 1945.
El teniente Hiroo Onoda del Ejército Imperial de Japón, entrega su espada al ejército de Filipinas.
Es 1974. La guerra ha terminado. pic.twitter.com/URQFawZvaL
— Guerrilla Jr. (@GuerrillaJunior) 23 de junio de 2017
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